Antes que nada debemos disponer de un lavavajillas neutro, un paño de microfibra, trapos y, si lo tenemos, un limpiador a vapor.
Con frecuencia desempolvamos los radiadores de los radiadores de hierro fundido para eliminar los depósitos de suciedad que pueden reducir la liberación de calor.
Una solución especialmente eficaz para eliminar el exceso de polvo es colocar un paño ligeramente húmedo detrás del radiador de hierro fundido y dirigir el aire frío hacia él; en unos segundos el polvo será capturado por el paño. Para eliminar los restos de polvo se puede utilizar un edredón o un cepillo de mango largo, con el fin de poder llegar más fácilmente a los rincones más escondidos y limpiar fácilmente en medio de los distintos sectores del radiador de fundición. p>
Para quitar las manchas más rebeldes, y evitar que el hierro fundido amarillee, podemos utilizar una mezcla de agua tibia y unas gotas de detergente lavavajillas neutro y un desengrasante para las suciedades más rebeldes.
Vertimos la solución en un dosificador de spray y pulverizamos sobre las zonas afectadas después de colocar una hoja de periódico debajo del radiador para recoger la suciedad que goteará al suelo.
La limpieza a vapor también higienizará la estructura: pasamos el limpiador a vapor directamente sobre el radiador para disolver los restos de cal, luego secamos con un paño suave antes de comenzar con la limpieza final. Durante esta fase, purgamos los radiadores para expulsar más residuos y cal, lo que tendería a reducir la eficiencia del radiador. Para completar el trabajo, vuelva a limpiar el radiador con el limpiador a vapor y seque con un paño.